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viernes, 30 de noviembre de 2007
Hace unos días recibí a mi casilla personal de e-mail, un cuento escrito por un amigo.
La verdad, nunca pensé que me iba a impactar tan gratamente de ésa manera.
Es por eso que elevé un pedido al autor, para poder publicarlo en éste blog, porque no es una historia cualquiera y hay varios motivos por lo cual entiendo que se merece un lugar aquí, para que todas las personas lo puedan disfrutar.
Es un relato basado en una historia real, relacionado con fuertes vínculos familiares y la inentendible pasión por el fútbol y el amor a los colores.Aunque el club en cuestión, no es Sportivo, la historia va a llegar igual, porque está escrita por la voz oficial del estadio del Lobo, el Licenciado Mauro León Lombard... quién me remarca:"Sabes que mi corazón es azul de un lado, rojo en el medio y verde del otro lado"Los dejo con el cuento. Espero que lo disfruten!
EL AMOR MAS GRANDE, evidentemente, resulta imposible para mí separar dos amores que se han gestado desde un mismo núcleo. Es que cuando uno llega a este mundo, naturalmente crea un vínculo de amor eterno con papá y mamá, que puede sufrir modificaciones durante el transcurso de la vida, pero que es invariablemente natural.
De todos modos, esa no es la cuestión en esta historia.Como siempre se dice en el ámbito futbolero, uno se hace (o mejor dicho lo hacen) hincha de un equipo desde la cuna o quizás desde el vientre materno. Pero en los primeros años es poco lo que comprendemos de este deporte, de esos tipitos que corren en la cancha tras una pelota, y vaya uno a saber con que objetivo. Eso sí, repetimos una y otra vez los cantitos que nos enseña papá y nos ponen una camiseta de colores. En resumen, solamente aprendemos a la perfección cual es la respuesta correcta ante la habitual pregunta: ¿De qué cuadro sos?
Al principio les hice referencia a dos amores que me han marcado el rumbo en esto del fútbol y la pasión: mi papá, el Jhonny, a quien aun hoy extraño tanto como el día en que se fue y nos dejó para siempre a mamá, a mi hermana y a mí. Y el otro amor, que hechó raíces en mi corazón porque mi viejo, mágicamente me dejó dos colores que rápidamente supe combinar, admirar, querer y defender más allá de no tener muchos argumentos en cuanto a logros deportivos.
Y supongo que con mis inocentes 6 años no debo haber comprendido absolutamente nada aquel día trágicamente triste. Brevemente, les cuento que estábamos en la cama de mis viejos, ellos dos, mi hermana y yo, creo que era una tardecita. De lo que estoy seguro es que sonaba la voz de un tal José María Muñoz que finalmente decía que por primera vez en la historia un equipo grande se iba al descenso, el primero de los 5 grandes del fútbol argentino.
Y mi viejo dijo, y tal cual fue su última frase antes de apagar la radio: “Nos fuimos a la B”. Ah, y creo que también se escaparon algunas lagrimitas…Sabía que algo malo estaba sucediendo, pero no con exactitud. Él estaba triste, muy triste.
Y con el descenso se iba mi viejo…Por esos caprichos de la puta vida que a veces se empeña en llevarse a los buenos, para complicarle el camino a los suyos. Creo que esa es una manera de aceptar la ley de la naturaleza, el destino, lo no modificable…
Pero a veces parece que el fútbol es la vida misma, y ellos, mis dos amores, se fueron casi al mismo tiempo, uno para abajo y el otro para arriba, al cielo. Sin dudas, algo me dejó mi padre antes de partir, un pincel y dos colores, de los primarios, de los más puros, que cuando se combinan transforman a una camiseta o una bandera en la obra de arte más bonita y cotizada del mundo.
Eso tiene un valor que solamente se puede explicar desde el corazón y la pasión…Ni siquiera un partido pudo verlo en la “B”, o tal vez no lo soportó, por una mezcla entre vergüenza y orgullo. Insisto en que algo me dejó, un tesoro sagrado que me generó la necesidad de seguir sábado tras sábado la campaña que nos devolvería al lugar del que jamás debimos irnos.Sería interesante poder contarles detalles precisos de los partidos, goles, jugadores, tabla de posiciones o cualquier dato estrictamente futbolístico.
Sinceramente, recuerdo poco. A veces renuevo información remitiéndome a “El Gráfico” aquel que ilustra toda la epopeya de 1982. Si, en ese año solo tenía 6 años, y es como si mi viejo le hubiera marcado a mi “Ángel de la guarda” la clara consigna de lograr el enamoramiento eterno entre su pequeño hijo y el glorioso club de sus amores, tal cual lo hubiese hecho él…Y me vienen a la memoria algunas tardes de sábado, casi siempre ignorando datos sobre los rivales de turno y las posiciones en la tabla.
Pero cada tardecita luego de los partidos, me sentaba frente al televisor rodeado de todos mis objetos relacionados con el club. Si, absolutamente todos: la camiseta, el pantaloncito, el gorrito, las banderas, banderines, figuritas, etc y mi preferido, un muñequito cabezón, al que se le movía la cabecita que estaba unida al cuerpo por medio de un resorte. Solo había que darle un golpecito suave en la frente, era muy simpático y todavía debe estar guardado en algún rincón de mi casa de Las Parejas, una pequeña ciudad de Santa Fe.
Vagamente me resuenan algunas frases de los comentaristas deportivos, quienes destacaban siempre la gran convocatoria del equipo en cada presentación. Yo lo veía por tele en una especie de resumen de la fecha. Mucho colorido, tribunas inundadas por los papelitos y habitualmente resultados positivos. Hasta que llegó el gran día, tarde de fútbol como siempre, pero con algo especial. Algo me motivó a escuchar todo el partido, porque algo iba a suceder. Crucé la calle y me senté en el baldío frente a mi casa…y no estaba solo.
Como conociendo las circunstancias, me acompañaban dos amigos: Dieguito, hincha de River, y el Gordo Franchi, hincha de Boca; dos vecinos con la misma edad que yo. Seguramente me estaban brindando su compañía, en un gesto de amistad y complicidad.
Teníamos que ganar, el rival era El Porvenir, no se si era difícil, pero debíamos ganar, sí o sí. Y llegó el penal, una clara oportunidad para empezar a soñar. Lo pateó uno de mis ídolos Rubén Darío Insúa. En la revista que plasma toda la campaña del equipo en la “B”, el penal está secuenciado en fotos desde que acomoda la pelota en el punto hasta que se besa la camiseta en el festejo de cara a sus hinchas.
A ésto lo he visto una y mil veces…GOOOOOOL…el único del partido, el más importante, el más esperado, el más lindo…y más tarde la hinchada que no permite que el partido termine. Es que la alegría ya no podía ser contenida. Era inminente. El sueño hecho realidad. El regreso a primera “A”.
Mis amigos se alegraron por mí, pero no estábamos los tres solos, el Ángel estaba allí, con la oreja pegadita a la radio, abrazado a mí y a mi ansiedad, y también estaba en el botín derecho de Insúa en el penal y en la garganta de cada uno de los hinchas en el estadio…Misión cumplida…San Lorenzo de Almagro es de primera!!!!!!!!!
Y a él le digo gracias, porque me hizo cuervo, me inyectó de sangre azulgrana y me marcó para siempre. A él, que estuvo físicamente alejado, le digo gracias porque a su manera, desde el cielo, logró alimentar mi pasión por el CICLÓN. Y desde su lugar en la eternidad seguramente habrá podido disfrutar y por fin decir: “Volvimos a la A”.
Porque San Lorenzo de Almagro es de primera y nunca debió descender…
Mauro Lombard
La verdad, nunca pensé que me iba a impactar tan gratamente de ésa manera.
Es por eso que elevé un pedido al autor, para poder publicarlo en éste blog, porque no es una historia cualquiera y hay varios motivos por lo cual entiendo que se merece un lugar aquí, para que todas las personas lo puedan disfrutar.
Es un relato basado en una historia real, relacionado con fuertes vínculos familiares y la inentendible pasión por el fútbol y el amor a los colores.Aunque el club en cuestión, no es Sportivo, la historia va a llegar igual, porque está escrita por la voz oficial del estadio del Lobo, el Licenciado Mauro León Lombard... quién me remarca:"Sabes que mi corazón es azul de un lado, rojo en el medio y verde del otro lado"Los dejo con el cuento. Espero que lo disfruten!
EL AMOR MAS GRANDE, evidentemente, resulta imposible para mí separar dos amores que se han gestado desde un mismo núcleo. Es que cuando uno llega a este mundo, naturalmente crea un vínculo de amor eterno con papá y mamá, que puede sufrir modificaciones durante el transcurso de la vida, pero que es invariablemente natural.
De todos modos, esa no es la cuestión en esta historia.Como siempre se dice en el ámbito futbolero, uno se hace (o mejor dicho lo hacen) hincha de un equipo desde la cuna o quizás desde el vientre materno. Pero en los primeros años es poco lo que comprendemos de este deporte, de esos tipitos que corren en la cancha tras una pelota, y vaya uno a saber con que objetivo. Eso sí, repetimos una y otra vez los cantitos que nos enseña papá y nos ponen una camiseta de colores. En resumen, solamente aprendemos a la perfección cual es la respuesta correcta ante la habitual pregunta: ¿De qué cuadro sos?
Al principio les hice referencia a dos amores que me han marcado el rumbo en esto del fútbol y la pasión: mi papá, el Jhonny, a quien aun hoy extraño tanto como el día en que se fue y nos dejó para siempre a mamá, a mi hermana y a mí. Y el otro amor, que hechó raíces en mi corazón porque mi viejo, mágicamente me dejó dos colores que rápidamente supe combinar, admirar, querer y defender más allá de no tener muchos argumentos en cuanto a logros deportivos.
Y supongo que con mis inocentes 6 años no debo haber comprendido absolutamente nada aquel día trágicamente triste. Brevemente, les cuento que estábamos en la cama de mis viejos, ellos dos, mi hermana y yo, creo que era una tardecita. De lo que estoy seguro es que sonaba la voz de un tal José María Muñoz que finalmente decía que por primera vez en la historia un equipo grande se iba al descenso, el primero de los 5 grandes del fútbol argentino.
Y mi viejo dijo, y tal cual fue su última frase antes de apagar la radio: “Nos fuimos a la B”. Ah, y creo que también se escaparon algunas lagrimitas…Sabía que algo malo estaba sucediendo, pero no con exactitud. Él estaba triste, muy triste.
Y con el descenso se iba mi viejo…Por esos caprichos de la puta vida que a veces se empeña en llevarse a los buenos, para complicarle el camino a los suyos. Creo que esa es una manera de aceptar la ley de la naturaleza, el destino, lo no modificable…
Pero a veces parece que el fútbol es la vida misma, y ellos, mis dos amores, se fueron casi al mismo tiempo, uno para abajo y el otro para arriba, al cielo. Sin dudas, algo me dejó mi padre antes de partir, un pincel y dos colores, de los primarios, de los más puros, que cuando se combinan transforman a una camiseta o una bandera en la obra de arte más bonita y cotizada del mundo.
Eso tiene un valor que solamente se puede explicar desde el corazón y la pasión…Ni siquiera un partido pudo verlo en la “B”, o tal vez no lo soportó, por una mezcla entre vergüenza y orgullo. Insisto en que algo me dejó, un tesoro sagrado que me generó la necesidad de seguir sábado tras sábado la campaña que nos devolvería al lugar del que jamás debimos irnos.Sería interesante poder contarles detalles precisos de los partidos, goles, jugadores, tabla de posiciones o cualquier dato estrictamente futbolístico.
Sinceramente, recuerdo poco. A veces renuevo información remitiéndome a “El Gráfico” aquel que ilustra toda la epopeya de 1982. Si, en ese año solo tenía 6 años, y es como si mi viejo le hubiera marcado a mi “Ángel de la guarda” la clara consigna de lograr el enamoramiento eterno entre su pequeño hijo y el glorioso club de sus amores, tal cual lo hubiese hecho él…Y me vienen a la memoria algunas tardes de sábado, casi siempre ignorando datos sobre los rivales de turno y las posiciones en la tabla.
Pero cada tardecita luego de los partidos, me sentaba frente al televisor rodeado de todos mis objetos relacionados con el club. Si, absolutamente todos: la camiseta, el pantaloncito, el gorrito, las banderas, banderines, figuritas, etc y mi preferido, un muñequito cabezón, al que se le movía la cabecita que estaba unida al cuerpo por medio de un resorte. Solo había que darle un golpecito suave en la frente, era muy simpático y todavía debe estar guardado en algún rincón de mi casa de Las Parejas, una pequeña ciudad de Santa Fe.
Vagamente me resuenan algunas frases de los comentaristas deportivos, quienes destacaban siempre la gran convocatoria del equipo en cada presentación. Yo lo veía por tele en una especie de resumen de la fecha. Mucho colorido, tribunas inundadas por los papelitos y habitualmente resultados positivos. Hasta que llegó el gran día, tarde de fútbol como siempre, pero con algo especial. Algo me motivó a escuchar todo el partido, porque algo iba a suceder. Crucé la calle y me senté en el baldío frente a mi casa…y no estaba solo.
Como conociendo las circunstancias, me acompañaban dos amigos: Dieguito, hincha de River, y el Gordo Franchi, hincha de Boca; dos vecinos con la misma edad que yo. Seguramente me estaban brindando su compañía, en un gesto de amistad y complicidad.
Teníamos que ganar, el rival era El Porvenir, no se si era difícil, pero debíamos ganar, sí o sí. Y llegó el penal, una clara oportunidad para empezar a soñar. Lo pateó uno de mis ídolos Rubén Darío Insúa. En la revista que plasma toda la campaña del equipo en la “B”, el penal está secuenciado en fotos desde que acomoda la pelota en el punto hasta que se besa la camiseta en el festejo de cara a sus hinchas.
A ésto lo he visto una y mil veces…GOOOOOOL…el único del partido, el más importante, el más esperado, el más lindo…y más tarde la hinchada que no permite que el partido termine. Es que la alegría ya no podía ser contenida. Era inminente. El sueño hecho realidad. El regreso a primera “A”.
Mis amigos se alegraron por mí, pero no estábamos los tres solos, el Ángel estaba allí, con la oreja pegadita a la radio, abrazado a mí y a mi ansiedad, y también estaba en el botín derecho de Insúa en el penal y en la garganta de cada uno de los hinchas en el estadio…Misión cumplida…San Lorenzo de Almagro es de primera!!!!!!!!!
Y a él le digo gracias, porque me hizo cuervo, me inyectó de sangre azulgrana y me marcó para siempre. A él, que estuvo físicamente alejado, le digo gracias porque a su manera, desde el cielo, logró alimentar mi pasión por el CICLÓN. Y desde su lugar en la eternidad seguramente habrá podido disfrutar y por fin decir: “Volvimos a la A”.
Porque San Lorenzo de Almagro es de primera y nunca debió descender…
Mauro Lombard
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