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EL BLOG DE LA 100.9 MHZ


jueves, 29 de julio de 2010
De repente te mandaron la Sentencia anticipada que te queda poco tiempo de vida.
Te vas a morir pronto.
Una angustia helada te corrió por el cuerpo, y toda la tristeza te inundó el alma. Sentiste un llanto casi mudo. Te encerraste en tu habitación, y empezaste a recordar el último cuarto de siglo de tu vida.
Te inundó un sentimiento de culpa por dedicarte a ver el resumen de los noticieros por televisión y dejarte inundar por una tormenta de noticias, creyendo que con eso estabas conectado con el mundo.
Tanta luz te encandiló, y te quitó la posibilidad de convivir humanamente, y te arrebató durante estos 25 años las ganas de dedicarte a conversar con los tuyos.
Te diste cuenta, que por el poco tiempo que te queda en esta vida, ya no tendrás la oportunidad de recuperar el tiempo para ir a hablar con los amigos. Peor aún, la proximidad de la muerte no te dará espacio para reconciliarte con todos aquellos que por una banalidad te enojaste. Te vino a la mente, como dice García Marquez que: ‘Morir es no estar nunca más con los amigos’.
Ya con esa irreductible muerte en ciernes, te diste cuenta que el tiempo de la vida no era el tiempo de los relojes, sino aquél que dedicaste a los grandes rituales, como la mesa bien servida; bien regada por el vino; y coronada por el afecto de los amigos. Tuviste el dinero para que no tengas carencias vos y los tuyos, y sin embargo, no lo aprovechaste. Viviste corriendo el arco de la cancha todos los días.
Ya es tarde; para muchos amigos que apreciás, no te alcanzarán los días para decirles que fueron muy importantes en tu vida, de amigarte con el que te peleaste burdamente, y peor aún, con aquél que alguna vez fuiste injusto: ya no le podrás pedir perdón. Te irás con esa culpa inmortal a la tumba.
Hace 25 años que despreciaste el ocio, porque te vendieron que debías usar el tiempo de modo utilitario, y debías emplearlo únicamente en términos de producción. Compraste eso de: ¡...El tiempo es oro...! Ahora descubrís que es mentira. Era solo el espejismo que proyectaba el oro.
Te diste cuenta que te malvendieron -y lo pagaste muy caro-, que el fin justifica los medios; que únicamente había lugar para los ganadores. Hasta trasvestiste el idioma, y así decías para tu interior que aspirabas a ser un ‘winner’, y por eso no querías perderte una reunión en la que podían estar los top’s del momento.
Te arrepentís de haberte puesto tantas máscaras que hicieron que no te reconozcas vos mismo. No querías perderte una, y ahora te das cuenta qué acertado estaba quien decía: ‘Los que van a todos lados, es porque no tienen nada para dar’.
Hoy te das cuenta que la trayectoria de tu vida es solamente la que está a la vista de todos.
Te arrepentís de haber vivido angustiosamente perdido entre multitudes, cuyos valores no conocías y tampoco compartías su historia.
Ahora que la muerte avanza a tambor batiente, caés en la cuenta que te llenaste de un sentimiento de orfandad; te sentís absolutamente solo, y la soledad se vuelve terrible y agobiante.
Te arrepentís de haber enviado a tus hijos a institutos en los que la educación se asienta sobre el individualismo y ganar a cualquier costa.
Dejaste que les enseñaran cristianismo y competencia; individualismo y bien común, y les diste largas peroratas sobre la solidaridad, la que se contradice con la desenfrenada búsqueda del éxito individual para la cual se los prepara.
Dejaste que la vulgaridad te llevara a la sobrevaloración de la diversión, y así te quitaran los valores. Te acostumbraste a decirle al amigo; ‘todo bien’, ‘todo en orden’, cuando eso era una barrera para que no te pida nada. Veladamente con eso les decías: Sí tenés un problema, buscá a otro.
Ya no te queda tiempo, la única plata que fue tuya es la que te pudiste gastar. Ahora estás espantosamente solo. Vos y tu congoja. Un huracán de malos presagios te inunda. Tu mente es un torbellino, sentís angustia, tenés una opresión que te quita y contrae la respiración.


DE REPENTE: UN HAZ DE LUZ ILUMINO TU CUARTO.
No estaba corrida la cortina. Hay más de un pájaro que canta. Esta horrible pesadilla te llevó a que no te despertaras a la hora temprana que siempre te levantás para seguir con la cárcel virtual de tu vida.
Se te iluminó el alma, ¡...era solo un sueño...!. Sí; soñaste con tu propia muerte. Y repetís y repetís dentro tuyo: ¡... Es mentira, era solo un sueño, puedo seguir viviendo...!
Son las 9 de la mañana, es una típica jornada del 8 diciembre. Sí y estás vivo, no te vas a morir.
Hay música en tu casa y es el día en que se arma el Árbol de Navidad.
Hay un árbol muy grande, y hay niños alrededor de él; desde la radio se escuchan los villancicos Navideños.
No te vas a Morir. La pesadilla quedó atrás. Te vienen a la mente, la fascinación de aquel regalo que le pediste al niño Dios para Navidad. Y que la magia del amor y esfuerzo de tus padres te lo concedieron, y ese milagro estuvo homologado por la mesa muy larga con tus tíos, primos y hermanos.
Te estás dando la ducha. No podés dejar de pensar en la horrible pesadilla de esta larga y dramática noche. Y empezás a recordar que uno de los sentimientos de dejar este mundo es que ¡Morir es no estar nunca más con los amigos!. Que la mezcla rara del surrealismo del sueño te dió una nueva oportunidad. Y te lamentás que todas estas reflexiones hayan venido por la horrible pesadilla de soñar con tu muerte.
Va a ser Navidad, y tenés tiempo para volver a los valores que este mundo complejo te hizo anestesiar. Hay amigos que seguramente llamarás; cosas que podés mejorar.
Y encontraste una perla espiritual en tu vida; te has propuesto que la muerte no será la cruel forma de aprender a vivir. Y también te viene a la mente que pese a todo este último tiempo mal administrado, hay mucha gente que sigue apostando a los valores que vos aún conservas; los talentos que adormeciste. Que hay mucha gente que con alma generosa tiene expectativas en vos y te sigue dando crédito para que rindas cotidianamente tributo a los afectos.
Desde tu corazón brota la propuesta para que eleves tus manos a las estrellas, pero luego pongas manos a la obra para recuperar el verdadero tiempo del reloj, que es el que se dedica a las cosas que nos hacen reír y llorar, para afuera y para adentro, y notás que ese haz de luz que te sustrajo de la horrible pesadilla, hoy te ilumina el corazón y te escribe en el alma que serás rico en proporción a las cosas que puedas desechar y a los afectos que puedas acumular.
¡…FELICES FIESTAS…!

Las Parejas, diciembre de 2009.-

Dres. JORGE RAUL TORRESI
LILIANA MATILDE VALDANO
MARISA BEATRIZ DRUETTA